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    lunes, 18 de mayo de 2015

    Acerca de mi librito y la experiencia de autogestión, para "Artes en Construcción"

    Ayer por la noche, junto a otras colegas, me invitaron a charlar y compartir la experiencia de la autoedición en la página "Artes en Construcción" dedicada especialmente a docentes de música. 
    Comparto mi experiencia también por este medio, porque creo que puede servir a los colegas docentes amigos de "Musichicos" y a otros interesados en autoedición en general:
    "...Nuevamente muchas gracias a “Artes en Construcción” por darnos este espacio a los docentes de música y autores independientes: se estaba haciendo imprescindible hacer escuchar nuestra voz, especialmente con el actual –y muy importante- debate sobre la temática “Derechos de Autor”.
    En mi caso puntual, mi libro nació inicialmente en el ámbito de mis clases de piano para niños (dirijo un taller desde hace 11 años, “Musichicos”, en el que pongo el foco en la educación pianística para chiquitos de a partir 3 años). Es un cuento con actividades para enseñar a leer y escribir música, que fue tomando forma con los chicos en los juegos de la clase, y que rápidamente nos servía para iniciar nuestro trabajo de lectoescritura (incluso con chiquitos que ni por asomo aún podían hacer lectoescritura alfabética). Mis alumnos de 4 y 5 años leían rápidamente partituras con estos “jueguitos” de mi cuento, de modo que podíamos trabajar con un repertorio más vasto, más amplio, más divertido que el del mero “oído” o aprendizaje “visual” o con “colores” que también se usa mucho. Más allá del debate que pueda generarse a partir de esto, no creo que haya necesidad de demorar la lectoescritura con niños que desean aprenderla para continuar aprendiendo canciones que les gusten y les diviertan.
    Soñaba mucho con la idea de poder compartir este material con más niños (y otros, que ya están gestados y esperan su turno –economía mediante- de ver la luz) y también con otros maestros, ya que me pasaba –me pasa- muy seguido que muchos profesores de piano me preguntan: “¿cómo hacés para enseñar PIANO –y que toquen tan bien- a chicos tan chiquitos?” o “¿cómo hacés para que lean?” o “¿cómo hacés para que no se aburran?”.
    Como a muchos colegas les sucede, me encontré ante la falta de material en castellano, o especialmente pensado para niños muy pequeños –que a la vez contenga textos y gráficas adecuadas, sin desmerecer el contenido pedagógico-. Y creo que lo que define al espíritu emprendor es precisamente“inventar” o “crear” aquello “que no está, que falta”: un claro ejemplo de esto es mi amiga y colega la multi-tasking Florencia Ansaldo, que además de autora es editora de ya no sé cuántos excelentes libros de educación musical. Ella supo aconsejarme en su momento en referencia a la auto-edición, contándome que las editoriales solían hacer tratos más bien espúreos con los autores, desmereciendo su trabajo y sobre todo regalías.
    Inicialmente tenía el ejemplo de Florencia Ansaldo como referencia. No obstante me acerqué a un montón de editoriales para presentarles mi proyecto. Pero la mayoría me ofrecía una inversión gigante inicial, y luego regalías minúsculas. En el caso de una “conocida editorial de música” me llegaron a decir que si editaba con ellos y quería tener mis libros más adelante, yo tenía que comprarlos.
    Así que no dudé ni un poco. Me puse en campaña para averiguar cómo sería la autogestión. Cámara Argentina del Libro, Derechos de Autor, Diseñador Gráfico, Ilustrador, una buena –y más o menos económica- imprenta (o que al menos me permita pagar en varias decenas de cuotas), etc. La inversión de dinero fue gigante: puse la mitad de mis ahorros en el libro (la otra mitad, la invertí en otro proyecto de mi Taller Musichicos: un disco de piano, el primero, grabado enteramente por niños). No puedo decir la fortuna que puse allí, que era la totalidad ahorrada de varios años de mi sueldito docente. Pero el resultado final creo que me satisfizo y lo que vino después fue simplemente un milagro.
    Cuando estuvo terminado, tuve la suerte también de recibir una declaración de interés cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación. Y presentarlo en la Biblioteca Nacional. Y de pronto el librito suscitó interés de un montón de maestros que empezaron a usarlo, y también muchas familias. Atesoro muchísimas fotos de chiquitos con el libro en otras provincias e incluso otros países. Mi satisfacción es saber que lo usan, y que sirve.
    Tuve la suerte de encontrarme con otras autoras independientes, además de Florencia, que hoy también son mis amigas: Ángeles Iribarne, por ejemplo, que pasó por un proceso muy muy similar al mío. Con ellas tuvimos también la enorme fortuna de presentarnos el año pasado en la Feria del Libro de Vicente López, y este año en la Feria Internacional del Libro de la Rural.
    También tuve una mala experiencia, encontrándome con varios maestros que copian mi trabajo, o lo fotocopian o –lo supe hace poco, una conocida-directamente tomaron material que les enseñé o regalé para editarlo como propio en los próximos meses... Pero estas anécdotas son nimias con respecto a la satisfacción de saber que uno hizo, con amor, dedicación y esfuerzo: sobre todo con compromiso con su vocación docente, y que llegó a otros colegas y alumnos.
    Lo mejor que puedo compartir con otros interesados en la autoedición es decirles que confíen en su proceso intelectual, y que los fines no sean económicos, sino verdaderamente pedagógicos, educativos, que hagan los cosas con amor. El resto viene sólo..."

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